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Atapuerca y la evolución humana

Ignacio Martínez

· Paleontólogo

Hoy tenemos el gran placer de charlar con Ignacio Martínez Mendizábal, uno de los paleontólogos españoles que tiene el honor de formar parte del proyecto Atapuerca.

En esta ocasión, Ignacio Martínez nos ayuda a descifrar la historia de la humanidad y cómo, desde tiempos muy antiguos y hasta la actualidad, las ideas, los valores compartidos, el amor y la capacidad de trabajo en equipo han permitido al ser humano ser la especie dominante, permitiéndonos alcanzar logros increíbles.

¿Quién es Ignacio Martínez Mendizábal?

Ignacio Martínez, o Nacho, como le gusta que le llamen, es paleontólogo, doctor en biología y autor de valiosos artículos en reconocidas revistas internacionales como Nature o Science. Además, es profesor y ha escrito múltiples libros de ensayo y divulgación científica tanto con su amigo y maestro Juan Luis Arsuaga, como en solitario.

Ignacio ha recibido el Premio Príncipe de Asturias por sus hallazgos sobre la evolución del hombre en los yacimientos de Atapuerca y actualmente es catedrático del Área de Antropología Física en el Departamento de Ciencias de la Vida de la Universidad de Alcalá de Henares 1​ entre otras funciones.

Pero si hay algo de lo que Ignacio Martínez Mendizábal está especialmente orgulloso es de haber pertenecido al grupo de paleontólogos encargados de descubrir y estudiar a Benjamina, un fósil encontrado en el yacimiento de Atapuerca clave para entender la evolución de la humanidad.

El yacimiento de Atapuerca y la evolución humana

«Atapuerca es una montaña mágica», nos asegura nuestro invitado. Se encuentra a 12 km al este de la ciudad de Burgos y su interior contiene los yacimientos más importantes de Asia y Europa para descubrir y entender la evolución de los seres humanos desde hace un millón y medio de años.

El yacimiento de Atapuerca comenzó a tener relevancia a nivel científico y social tras el descubrimiento de los restos de la Sima de los Huesos en 1992. Dos años después se produjo el hallazgo de dos restos humanos de una nueva especie desconocida hasta entonces, el Homo Antecessor. Resultado de este hito del siglo XX, la UNESCO declaró los yacimientos de la sierra de Atapuerca Patrimonio de la Humanidad en el año 2000.
Se trata de un yacimiento que ha sido fundamental para conocer el desarrollo de la humanidad desde tiempos remotos, donde además de conocer más sobre nuestro desarrollo evolutivo, pudimos descubrir cómo los valores humanos están presentes desde hace mucho más tiempo del que podríamos imaginar.

Un encuentro más del ciclo Mejor Conectados de Espacio Fundación Telefónica, en esta ocasión con el paleontólogo Ignacio Martínez Mendizábal y el periodista Álvaro Barbado Márquez.

El fósil de Benjamina: una historia de integración, amor y superación

De entre todos los hallazgos que ha realizado nuestro protagonista, Ignacio Martínez se queda con uno que le ha marcado para siempre: el descubrimiento de los restos de una niña, de edad comprendida entre los 10 y 12 años, a la que nombraron como Benjamina de Atapuerca. 

El caso de Benjamina impactó en Ignacio debido a que la niña contaba con una patología muy poco frecuente en restos de esa época. El fósil de Benjamina muestra que el parietal se fusionó con el occipital antes de tiempo, lo que implica que el cerebro tuvo que presionar al cráneo ya formado originando una deformidad en el mismo. Así pues, Benjamina no solo era físicamente diferente, sino que contó con regiones del cerebro afectadas, sufriendo un retraso psicomotor. 

Pero, ¿qué hay de increíble en esta historia? Ignacio Martínez nos cuenta que, si estas personas se hubieran comportado como nosotros pensábamos que eran las sociedades primitivas de la época, Benjamina no habría sobrevivido tantos años, ya que lo frecuente hubiese sido darle la espalda.
Es aquí donde los valores humanos se hicieron presente. Demostrándonos que aquella sociedad de los albores de la humanidad tenía muy presente valores como el amor, la voluntad, la empatía o la integración, apoyando y ayudando al que es diferente, diferenciándose del reino animal.

La importancia de los valores compartidos

En palabras de Ignacio, «las ideas y los valores compartidos son el cemento que cohesiona a los grupos humanos», además «somos la especie que, en términos evolutivos, ha triunfado». 

El éxito de nuestra especie se debe a dos aspectos que nos diferencian del resto del reino animal: la capacidad de utilizar y crear tecnología y la capacidad de trabajar en equipo compartiendo nuestro conocimiento.

Trabajo en equipo y cooperación

Uno de los grandes potenciales que tiene la humanidad y que nos ha ayudado en nuestro desarrollo es la cooperación, la capacidad de unirnos para alcanzar un fin común. En ocasiones somos capaces de anteponer el bien común al beneficio personal, llegando a dar la vida por valores e ideas que consideramos justas para el conjunto de la sociedad.

Y es que, a diferencia de las hormigas o las abejas,, que son “robots biológicos”, seres vivos que ante determinados estímulos responden de una forma predeterminada, los seres humanos somos conscientes de nuestros actos, actuamos de forma personal y diferente ante los mismos estímulos. Es por ello que para nosotros el trabajo en equipo no es algo automático, es un acto consciente que realizamos para superar retos que nos beneficien en conjunto.

Pero, sí a diferencia de los animales, no compartimos los genes con estas personas con las que somos capaces de trabajar de forma estrecha, ¿qué compartimos? Ignacio lo tiene muy claro: compartimos los valores, que junto con las ideas conforman el cemento que une a los seres humanos.

Valores compartidos para dejar un legado

«La deuda se paga hacia adelante». Este es uno de los principales aprendizajes que ha tenido Ignacio a lo largo de su vida. A diferencia de los animales, los seres humanos tenemos conciencia de que en algún momento vamos a morir, y esto es lo que nos hace preocuparnos por las próximas generaciones, por dejar un mundo mejor para los que están por venir. 

Gracias a este concepto temporal y a los valores humanos que compartimos, las personas hemos sido capaces a lo largo de toda nuestra existencia de buscar algo mejor para los nuestros, de luchar por cambiar las cosas y dejar un mundo más libre y más sano para los que están por venir. 
Es por ello que proyectos tan diferentes como el voluntariado en Madrid de Bocatas, o el de concienciación ambiental de Theresa Zabell, son tan importantes ya que ambos tienen algo muy importante en común: invertir el tiempo de cada uno de forma desinteresada, para lograr un mundo mejor. Demostrando que, cuando conectamos, y buscamos un bien común, somos capaces de hacer cosas increíbles.

Transcripción

00:03 Ignacio Martínez Mendizábal Las ideas y los valores compartidos son el cemento que cohesiona a los grupos humanos. Por eso son tan importantes. No es posible concebir un grupo humano en todo el sentido de la palabra… si no está unido por los valores que comparten.

00:15 Ignacio Martínez Mendizábal Yo soy Ignacio Martínez Mendizábal, Nacho. Soy profesor, es lo que he sido toda mi vida. Además, soy paleontólogo. Me ocupo de buscar y estudiar fósiles. Y, en concreto, pues me he dedicado a buscar y encontrar fósiles humanos. Sobre todo en un yacimiento que seguro conoces. Se llama Atapuerca. Es un lugar maravilloso, una montaña mágica. Bueno, una montañita, en realidad es una colina. Está a 12 kilómetros de Burgos. En sus entrañas hay una serie de cuevas que contienen una serie de yacimientos… que son los más importantes del continente euroasiático para conocer la evolución de los seres humanos desde hace un millón y medio de años prácticamente hasta la actualidad. No hay un lugar como Atapuerca ni en Europa ni en Asia. Eso es lo que la hace tan especial.

01:07 Ignacio Martínez Mendizábal Benjamina es el fósil más increíble de la evolución humana. Apareció en el año 2001 en el yacimiento de la Sima de los Huesos, que tiene casi medio millón de años de antigüedad. Y, como acabo de decir, fue el momento más emocionante de 40 años de trabajo en la Sima de los Huesos. Nosotros en la Sima cuando excavamos, está todo el suelo cubierto de arcilla. Y vamos quitando la arcilla poquito a poquito, de manera que los fósiles van apareciendo poco a poco. Y tú no sabes el tamaño del fósil hasta que lo has acabado de excavar. Es super emocionante. Empezamos a excavar en un rinconcito y a aparecer un trocito de cráneo. No sabíamos si iba a ser un cachito o qué iba a ser. Poco a poco se fue convirtiendo en un eurocráneo. Es decir, en una bóveda craneal completa. Y además era un cráneo muy grácil. Normalmente, los huesos gruesos corresponden a varones. Y los huesos más finitos corresponden a mujeres. Pensamos que era una niña lo que estábamos viendo. Una niña que, más o menos, había muerto entre los 10 y los 12 años. Y no atinábamos a saber qué le había pasado. Hasta que mi compañera Ana Gracia descubrió una historia asombrosa. Resulta que esta niña sufrió una patología que es muy infrecuente en nuestra especie. Esa patología consiste en que el parietal izquierdo se fusionó con el occipital mucho antes de tiempo. Así que la niña nació, el cerebro creció, el cráneo no pudo crecer acompasadamente con el cerebro, el cerebro tuvo que empujar al cráneo y deformó el cráneo. Esto quiere decir que esta niña era patentemente diferente de los demás. Y además, esa niña, cuando luego estudiamos en el interior de los cráneos, en lo que se llama la superficie interior, el endocráneo, queda marcada la superficie del cerebro. Pues en algunas regiones tenía marcas de que se había lesionado el cerebro. Y esas lesiones, hemos hablado con neurólogos y nos dicen que es muy probable que determinaran que esta niña sufrió un retraso psicomotor. Pero si os paráis un momento a pensar, esta niña vivió hasta los 12 años. ¿Esto por qué es tan importante? Porque los animales, el resto de los animales, cuando se dan cuenta de que un cachorro, si me permitís las expresión, les ha salido mal, lo que hacen es que lo desechan. Porque es la ley que se llama selección natural. Tú no inviertes tiempo y energía en un cachorro que no va a llegar adulto para reproducirse. Porque si haces eso, tus genes no pasan a la siguiente generación. Si estas personas se hubieran comportado como todo el mundo pensaban en aquella época que se comportaban las personas primitivas, que eran casi como animales, los suyo es que a esta niña la hubieran abandonado al poco de nacer. Y, sin embargo, no la abandonaron. Más aún, para que llegara a tener 12 años, a esta niña la tuvieron que dar más cuidados, atenderla más que a los demás. Este es el primer caso que se conoce en la historia de la humanidad de integración. Porque ahí está la voluntad, lo hacemos porque queremos, y está el amor, lo hacemos porque nos queremos muchísimo y no renunciamos a ese amor simplemente porque las personas son diferentes. A esta niña le pusimos un nombre y la llamamos Benjamina. Benjamina en hebreo quiere decir "la más querida". Y yo, para mí, a día de hoy, es el fósil más importante que he encontrado en mi vida, que jamás soñé que encontraría. Nunca pensé que encontraríamos el amor fosilizado. Y nos da un mensaje hermoso, nos dice dos cosas, que estas personas ya eran tan humanas como nosotros y nos manda un mensaje hacia el presente. Viendo lo que ellos y ellas hacían, nos sentimos muy orgullosos de formar parte de ese linaje, de esa estirpe.

04:38 Ignacio Martínez Mendizábal Cómo es posible que una criatura, que aparentemente es un desastre, como somos los seres humanos. No somos rápidos, no trepamos bien a los árboles, nuestro olfato es muy limitado, vamos, una piltrafa. ¿Cómo es posible que unos piltrafas como nosotras y como nosotras hayamos ganado la Champions? Porque somos la especie que domina el planeta.Tenemos dos cosas. No hace falta ser Darwin para darse cuenta de esto. Una de las cosas es la capacidad tecnológica, obvio, y la otra es algo en lo que los humanos somos la recaraba, y es la capacidad de trabajar en equipo. Cuando te he hablado de que los seres humanos, de que nuestras sociedades son únicas, igual has pensado en las hormigas, y has dicho que lo de las hormigas también es impresionante. Pero hay dos diferencias con las hormigas, o con las abejas. Estos insectos, para empezar, son poco menos que robots biológicos. Es decir, su comportamiento está genéticamente regulado que entre determinados estímulos responden automáticamente con un comportamiento. Pero los seres humanos no, porque los seres humanos somos conscientes de nuestros actos. Y lo segundo, es que cuando en la naturaleza se da cooperación, tan intensa como la de las hormigas, siempre ocurre entre animales que comparten genes. En sociedades humanas no formamos grupos consanguíneos la mayor parte de las veces. Por supuesto que en la familia nos ayudamos y nos queremos, pero nos movemos en otros ámbitos en los que colaboramos intensísimamente. Es que podemos llegar a dar la vida por el bien común. Entonces la pregunta es, ¿si no compartimos los genes con las personas que tenemos este nivel de colaboración y de altruismo tan estrecho, qué es lo que compartimos? Y la respuesta es muy sencilla. Lo que compartimos son los valores. Las ideas y los valores compartidos son el cemento que cohesionan los grupos humanos. Por eso son tan importantes.

06:26 Ignacio Martínez Mendizábal La última conversación que yo tuve con mi padre, estábamos comentando y me decía que estaba muy contento porque sus hijos ya eran hombres y una mujer y ya se valían por sí mismos y que estaba muy satisfecho. Y yo le decía: "Sí, papá, y ahora ha llegado el momento en que nosotros nos ocupemos de vosotros". Y me dijo: "Hijo, no has entendido nada. Eso no funciona así. Si nos debéis algo, esa deuda se pega hacia adelante". Y yo creo que no he aprendido nada más importante en mi vida. Cuando uno toma, por lo menos en mi caso, conciencia de esta red temporal, de lo que debo y de lo que puedo hacer, yo creo que uno realmente adquiere la condición de ser humano porque entiendes para qué estás aquí. Cuando hablo de los que van a venir, no estoy hablando de los míos solos. Estoy hablando de los que no son míos. Los animales no son conscientes de eso. Tampoco saben que se van a morir. Nosotros sí. Eso nos da la perspectiva de legado. Porque si tú no eres consciente de que te vas a morir, no piensas en el legado que vas a dejar. La muerte es la que hace que tengamos una dimisión temporal. Tenemos una red enorme en el pasado. Si es que nos acompañan todos nuestros muertos. Nos acompaña toda la humanidad en este viaje. Y eso a mí me parece que es una idea muy bonita. Tienes una deuda enorme hacia atrás y una responsabilidad enorme hacia adelante. De que no se rompa la cadena. Y cuando uno lo ve así, la vida es maravillosa. Porque eres eterno, eres inmortal. Porque formas parte de una cadena que es inmortal. Todo lo que haces tiene un eco en la eternidad. Entonces, te llena de ilusión el poder pensar que estás pagándolo hacia adelante. Y que estás contribuyendo a que algo sea mejor. Y la única cosa que dicen siempre es: ¿cuál es el sentido de la vida? Pues el sentido de la vida es muy fácil. Es llevar el testigo hacia los siguientes.